El Toxoplasma es uno de los muy pocos parásitos que pueden infectar a casi cualquier animal de sangre caliente. Sus esporas se encuentran en la tierra e infectan con facilidad a los animales de la chacra, como gatos, vacas, cerdos y pollos. Los humanos podemos resultar infectados al comer carne poco cocida o verduras crudas sin lavar.
El parásito segrega una proteína llamada GRA15, que provoca inflamación. En el cerebro, la inflamación puede conducir a la encefalitis. Esta capacidad de provocar inflamaciones probablemente sea el motivo de por qué es mucho más peligrosa para los humanos.
Las tasas de infección por Toxoplasma varían dependiendo de la zona del mundo. En Estados Unidos, es aproximadamente de un 10 a un 15 por ciento, mientras que en Brasil, y también en Europa, son mucho mayores, alrededor de entre un 50 y un 80 por ciento, aunque resulta más importante el grado de peligrosidad de cada cepa.
Las citadas tasas de infección son, sin embargo, sólo estimaciones, ya que son difíciles de calcular con precisión, porque la mayoría de las personas infectadas no experimenta síntomas.
Una vez establecida una infección, el parásito forma quistes conteniendo muchos parásitos que se reproducen lentamente en el tejido muscular y cerebral. Si los quistes revientan, las defensas del cuerpo suelen matar a los parásitos antes de que se extiendan más. Sin embargo, las personas con un sistema inmunológico bajo (como los enfermos de SIDA o los pacientes que reciben quimioterapia) no pueden armar una defensa efectiva.
Se espera que esta línea de investigación pueda acabar conduciendo a nuevos medicamentos capaces de detener esta infección crónica del parásito, o al desarrollar una vacuna efectiva.
Las tasas de infección por Toxoplasma varían dependiendo de la zona del mundo. En Estados Unidos, es aproximadamente de un 10 a un 15 por ciento, mientras que en Brasil, y también en Europa, son mucho mayores, alrededor de entre un 50 y un 80 por ciento, aunque resulta más importante el grado de peligrosidad de cada cepa.
Las citadas tasas de infección son, sin embargo, sólo estimaciones, ya que son difíciles de calcular con precisión, porque la mayoría de las personas infectadas no experimenta síntomas.
Una vez establecida una infección, el parásito forma quistes conteniendo muchos parásitos que se reproducen lentamente en el tejido muscular y cerebral. Si los quistes revientan, las defensas del cuerpo suelen matar a los parásitos antes de que se extiendan más. Sin embargo, las personas con un sistema inmunológico bajo (como los enfermos de SIDA o los pacientes que reciben quimioterapia) no pueden armar una defensa efectiva.
Se espera que esta línea de investigación pueda acabar conduciendo a nuevos medicamentos capaces de detener esta infección crónica del parásito, o al desarrollar una vacuna efectiva.