El estudio (publicado en la última edición de Blood) describe el proceso donde el VIH requiere de colesterol para comunicarse de célula en célula y que el virus está recubierto por una membrana de colesterol.
Al eliminarla, éste no puede interrumpir la comunicación entre las células del sistema inmune. El VIH toma este colesterol de las propias células inmune que infecta, y así va desbaratando el sistema de inmunidad del organismo y provocando el SIDA.
“Al robar colesterol de la cobertura del virus, podemos neutralizar la subversión.
Desciframos el código; podemos terminar con el tipo de interferencia que el VIH está produciendo en el sistema inmune”, sostiene Graham, que de paso aclara que el colesterol utilizado por el virus no es el mismo que corre por la sangre en nuestras venas, sino que proviene de las células dendríticas plasmáticas (que son las primeras en reconocer el virus).
El VIH (según Graham) reprograma el sistema inmune a través de dicha membrana de colesterol. Los linfocitos T dejan de responder de manera adecuada y el virus comienza a expandirse.
Con esta herramienta, se desbarata la membrana, impidiéndole a las células corromper las adyacentes y despejando el paso para que los linfocitos T ataquen la infección o patógeno de manera más efectiva.
Por el momento, Graham y su equipo sólo han aplicado el sistema en laboratorio, pero tiene esperanza en que su aplicación en animales y humanos eventualmente acabará en una vacuna contra el SIDA.
Siento que he dicho esto muchas veces en muy poco tiempo, pero veremos. Son tantos los estudios en la misma ruta, que ojalá que al menos uno llegue a buen puerto y luego a hospitales y farmacias.
Fuente: Fayerwayer.com
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