Cuenta la leyenda que las épocas de los jesuitas un soldado
brasilero se enamoró de una joven guaraní y su amor era tan cuestionado que se
tenían que encontrar en secreto. No se sabe si esta es la cueva de la leyenda
(que data del 1860) pero todo indica de que sí. Una de las pinturas que marcó el nombre de “La Cueva de los
Enamorados” es la siguiente:
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Está en el techo de la cueva y aunque cuesta distinguirla en ella se ve un soldado
con su uniforme azul a espaldas de una joven sentada con ropas
blancas. La escena describe en teoría el momento en que él le daba la triste
noticia de que se iba a la guerra. Los lugareños hablan de que
en las noches de luna llena se escucha una joven llorar ya que el soldado nunca
regresó y ella se murió de pena. Muchos dicen que su alma vaga en los
alrededores, sobre todo en noches de luna llena.
A parte de las pinturas rupestres también se encontrarone vasijas, extrañas estructuras que podrían ser parte de un antiguo santuario y hasta un
tajamar hecho de piedras sobre el Arroyo La Cruz, a pocos metros de la cueva.
El sitio no es de acceso público por ahora y se piensa
solicitar la presencia de algunos expertos para evaluar el valor histórico del
lugar.
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