Horacio Tamis |
“No hay detenidos, nada concreto, es difícil de seguir. Aparte de todo, también por la seguridad de nuestra familia, yo tengo que salir y cuidarme la espalda”, reflexiona Horacio.
Edelmiro, su papá, fue hallado muerto a las 6.30 del sábado7 de enero de 2012 en la banquina oeste de la ruta nacional 14, unos tres
kilómetros al sur de San Vicente. Estaba a unos quince metros de su remís, un
Peugeot 504. Tenía un disparo en el pecho, un corte en una muñeca y un golpe en
la parte posterior del cráneo.
El remisero estaba desaparecido desde el día anterior, cuando alrededor de las 20 dejó a su pareja en un supermercado céntrico sobre la avenida Libertador y se fue a hacer un viaje. No volvió nunca más.
Esa noche, Horacio apenas pudo dormir. Cuando despertó, se enteró de la muerte de su padre de la peor manera. “Me fui a cargar combustible y un amigo me dijo que habían encontrado a un ‘tipo’ con un tiro, al costado de la ruta”, recuerda en medio del dolor. Enseguida fue hasta la escena y descubrió con pavor la verdad. Entró en estado de shock y los policías tuvieron que reducirlo para que no cometa una locura.
Ahora, mucho más calmado pero con la misma bronca, asegura que la familia “tiene un vacío enorme” por todo lo que pasó, y descree de un simple hecho delictivo: “las hipótesis principales indican que lo mandaron a matar o que a unos ladrones se les fue la mano. Yo descarto el robo, porque mi viejo no iba a llevar a nadie sospechoso con la experiencia que tenía. Además, tengo algunas sospechas”.
Aunque prefiere no brindar más detalles, Horacio se refiere a algunos problemas que su padre habría tenido con determinadas personas de su círculo cercano en los últimos tiempos. Sin embargo, no hay pruebas y, sin elementos de contundencia, se trata sólo de sospechas.
Además de que colaboró y colabora con los efectivos policiales que investigan el caso, Tamis es consciente de que la ausencia de testigos fue un “plomo” que hundió la causa en el misterio. “Yo estoy casi seguro que hay gente que vio quién se subió al auto de mi viejo en la noche anterior, pero no se animan a hablar, quizá por miedo. Ya lo pedí acá y lo vuelvo a pedir, que si alguien vio algo que me avise, que venga y me cuente, tenemos que terminar con ese miedo, porque hoy me pasó a mí pero mañana le puede tocar a alguien más”, lanza Horacio, que la noche en que su padre desapareció también estaba en el centro de San Vicente, que “estaba repleto”.
Con el dolor y la incertidumbre a cuestas por una muerte que no tiene respuestas, Horacio no se quedó de brazos cruzados. El crimen de su padre lo llevó a elaborar un proyecto de seguridad ciudadana para San Vicente, que ya presentó ante las autoridades del municipio. “Hice una investigación y espero que se pueda aplicar y sirva para prevenir este tipo de hechos. Hoy me pasó a mí, pero mañana le puede pasar a cualquiera”, repite una vez más.
El remisero estaba desaparecido desde el día anterior, cuando alrededor de las 20 dejó a su pareja en un supermercado céntrico sobre la avenida Libertador y se fue a hacer un viaje. No volvió nunca más.
Esa noche, Horacio apenas pudo dormir. Cuando despertó, se enteró de la muerte de su padre de la peor manera. “Me fui a cargar combustible y un amigo me dijo que habían encontrado a un ‘tipo’ con un tiro, al costado de la ruta”, recuerda en medio del dolor. Enseguida fue hasta la escena y descubrió con pavor la verdad. Entró en estado de shock y los policías tuvieron que reducirlo para que no cometa una locura.
Ahora, mucho más calmado pero con la misma bronca, asegura que la familia “tiene un vacío enorme” por todo lo que pasó, y descree de un simple hecho delictivo: “las hipótesis principales indican que lo mandaron a matar o que a unos ladrones se les fue la mano. Yo descarto el robo, porque mi viejo no iba a llevar a nadie sospechoso con la experiencia que tenía. Además, tengo algunas sospechas”.
Aunque prefiere no brindar más detalles, Horacio se refiere a algunos problemas que su padre habría tenido con determinadas personas de su círculo cercano en los últimos tiempos. Sin embargo, no hay pruebas y, sin elementos de contundencia, se trata sólo de sospechas.
Además de que colaboró y colabora con los efectivos policiales que investigan el caso, Tamis es consciente de que la ausencia de testigos fue un “plomo” que hundió la causa en el misterio. “Yo estoy casi seguro que hay gente que vio quién se subió al auto de mi viejo en la noche anterior, pero no se animan a hablar, quizá por miedo. Ya lo pedí acá y lo vuelvo a pedir, que si alguien vio algo que me avise, que venga y me cuente, tenemos que terminar con ese miedo, porque hoy me pasó a mí pero mañana le puede tocar a alguien más”, lanza Horacio, que la noche en que su padre desapareció también estaba en el centro de San Vicente, que “estaba repleto”.
Con el dolor y la incertidumbre a cuestas por una muerte que no tiene respuestas, Horacio no se quedó de brazos cruzados. El crimen de su padre lo llevó a elaborar un proyecto de seguridad ciudadana para San Vicente, que ya presentó ante las autoridades del municipio. “Hice una investigación y espero que se pueda aplicar y sirva para prevenir este tipo de hechos. Hoy me pasó a mí, pero mañana le puede pasar a cualquiera”, repite una vez más.
Fuente: Primera Edición
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