Salió el sol, los curiosos se fueron, bajó el agua pero el dolor queda. En menos de una semana lluvió cómo nunca en estos últimos años, principalmente en el sur de Brasil pero las consecuencias llegaron a todos lados, no sólo en Misiones sino para gran parte del litoral. En El Soberbio el sol fue un alivio, una luz de esperanza luego de pensar que esta pesadilla no iba a terminar más y con más de un susto innecesario al difundir la falsa noticia de la ruptura de una represa, eso despertó interesantes discuciones por el no a las represas. Las calles volvieron a ser tranquilas y de a poco los evacuados regresan a lo que les queda de sus casas y terrenos.
una de las calles de El Soberbio |
Las historias son cientos, casi tantas como personas afectadas. Una de las que más sorprendió fue la de José quien se arriesgó a buscar su "casa flotante" río a bajo con una lancha para luego amarrarla en el árbol de donde antes se encontraba su patio. Cuando el agua descendió vio con sorpresa de que su vivienda quedó sobre la de su vecino. Él pensó que fue arrastrada por la corriente como la suya pero en realidad encontraba completamente tapada.
José amarró su casa pero de bajo se encontraba la de su vecino |
Hoy de mañana las calles están cubiertas de basura, gajos, ramas, escombros y barro, mucho barro. El agua potable sigue siendo un problema y evaluar las pérdidas es una tarea tiránica. Ahora viene la parte difícil la de "el día después" cuando de a poco dejan de ser noticia y lo único que les queda es empezar de nuevo. Por suerte la ayuda sigue llegando y dentro de todo resultó ser una tragedia con suerte ya que nadie falleció o resultó herido, eso sí, las consultas por enfermedades respiratorias se triplicaron.
la recolección y limpieza de escompros llevará varios días |
Una cosa a destacar es el compromiso de las fuerzas vivas de El Soberbio y localidades vecinas, gente que no dudó un solo minuto en cocinar, rastrillar las zonas afectadas, repartir agua, etc. Hubo policías y bomberos que pasaron más de 24 horas sin dormir y sin descanso. Nada es más gratificante y alentador como ver el sacrificio del otro ante un problema de todos.
Personal de EMSA desconectando un transformador |
Lo único que esperamos es que las donaciones lleguen donde tengan que llegar, que frases como: "esta bolsa es para mí gente" no se escuche nunca más de la boca de algunos políticos y que exista un absoluto control y transparencia de los fondos provinciales, nacionales e internacionales que llegarán para revertir esta difícil situación que nos tocó atravesar los misioneros.
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Galería de imágenes (gentileza: Víctor Hugo Benítez, Facebook de Raquél Masonevez)
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