La proliferación de este tipo de puestos de venta callejera
comenzó hace más de una década y media. Muchos vecinos, empujados por la
desocupación, se dedicaron a este tipo de actividad. Con los años se fueron
multiplicando y ahora hay una cantidad que ni el Municipio sabe a cuánto llega.
Hay puestos que trabajan por la mañana y hasta el mediodía,
otros retoman a la tardecita y otros únicamente a la noche. En los casos de los
que venden choripanes, su horario es hasta el mediodía. En cambio, para las
hamburguesas el horario se extiende durante todo el día y hasta altas horas de
la noche.
Prácticamente todas las semanas el Concejo Deliberante
recibe el pedido de nuevos puestos de venta. La mayoría de las solicitudes pasa
a la comisión correspondiente para ser evaluadas y hay casos muy puntuales, por
el requerimiento de algún edil, que se tratan sobre tablas y se aprueban.
Hay varias ordenanzas que regulan este tipo de ventas
callejeras, con el objetivo de cuidar la salud de los consumidores y para
mantener la estética del centro de la ciudad. La primera que se hizo fue en
2002 con la ordenanza de Bromatología, donde se limitó la cantidad de puestos
de venta callejera de comidas. Según esa norma no deberían ser más de cinco
puestos de este tipo y para determinados beneficiarios como organizaciones
sociales, excombatientes y personas discapacitadas.
También está la ordenanza que regula toda la parte de
salubridad de la población sanvicentina y estipula que por razones de salud no
se puede vender carne de pollo asado en la vía pública, así como establece las
condiciones físicas del puesto.
Con el paso de los años se aprobaron varias ordenanzas más
que intentaba regular este tipo de venta callejera. En una oportunidad, se
estableció una normativa que no permitía la instalación de estos puestos sobre
las avenidas Tejeda, Libertador y Constitución. Los puestos debían estar a no
menos de 50 metros de la avenida por las calles laterales. Esa norma se hizo
cumplir, pero con la llegada de nuevos administradores municipales cayó en saco
roto. Todos los puestos que se aprobaron después por el Concejo Deliberante se
establecieron sobre las avenidas en cuestión.
El órgano de control de este tipo de comercios es la
Dirección de Bromatología y Zoonosis municipal. Como en otras áreas de la Comuna,
los funcionarios no tienen todo el apoyo político y deben dejar muchas veces de
realizar las inspecciones porque los puesteros llaman a los funcionarios de
alto rango y éstos bajan línea para que no los controlen. Hay personas que tienen
más de un puesto de venta de comidas rápidas y también hay puesteros que
trabajan unas horas y luego alquilan su carrito.
Por otro lado, hay gente que se aprovechó de su situación
particular y solicitó una autorización al Concejo para trabajar con un puesto
de choripán o de hamburguesas y luego lo vendió. Otros nunca hicieron
presentación oficial alguna y trabajan sin cuestionamiento. Ninguno paga un
arancel o tasa municipal para la utilización del espacio de la vereda que
ocupan.
Fuente: Primera Edición