Hace 8 años volví a recorrer las chacras misioneras y te puedo asegurar que fue una de las mejores experiencias de mi vida. Yo nací y me crié los primeros años de mi vida rodeado de un poco de yerba, té, mandioca, mandarina y caqui chocolatado. Para mí las chacras son el alma de Misiones, el lugar donde se conserva la historia, la cultura y la naturaleza de nuestra y de otras tierras, un poco más lejanas. En las chacras se respira un aire diferente, un aire que te llena de vida, de alegría y de esperanza. En las chacras se vive con sencillez, con trabajo y con amor por cada cosa. En las chacras se encuentra gente maravillosa, creativa, amable y llena de sueños. Yo tuve la suerte de aprender y de convivir con ellos. Imaginate llegar a la casa de un colono: piedras pintadas de color blanco marcando la entrada, perros ladrando avisando que llegó la visita, gallinas corriendo de un lado al otro mientras el chango se escapa, la vaca atada en la sombra en donde el pasto es más alto, las plantas de banana a la misma altura, una planta de limón cerca de la cocina, té en el lugar más bonito del terreno y la yerba cerca del monte donde está más protegida. En medio de todo eso una familia que te recibe con una sonrisa, un abrazo y un saludo hasta de lejos.
Bueno, ahora borra de tu mente esa postal que fue tan característica de nuestros abuelos porque ha dejado de existir en gran manera. Hoy, las chacras están abandonadas, descuidadas y empobrecidas. Los jóvenes se han ido a la ciudad, lejos del rosado, buscando mejores oportunidades. Los ancianos se han quedado solos, sin fuerzas ni recursos para mantener sus cultivos. Los monocultivos en algunos lugares han reemplazado a la diversidad que daba equilibrio a las picadas y ni hablar de los agrotóxicos que han dañado el suelo y la salud de nuestros productores. El éxodo rural ha roto el futuro de muchos y con ellos se fue nuestra identidad, identidad que como dije se forjó en el contacto con la tierra y la gente. ¿Te das cuenta de lo que estamos perdiendo? ¿Te das cuenta de lo que estamos dejando morir? ¿Te das cuenta de lo que estamos olvidando?
Parece que todo está perdido pero hay ejemplos que nos devuelven la esperanza. En uno de mis últimos viajes encontré una chacra con una pareja joven, una rareza que merecía ser filmada. Él nacido en Brasil, ella nieta e hija de polacos y alemanes que llegaron a Misiones hace mucho. Hijos chicos corriendo entre las plantas de mandarina y un loro en el pasillo de la casa hecha de ladrillos. En el lugar había poco o nada de señal telefónica pero tenían internet del Brasil, adentro una tele grande donde veían programas de todo el mundo, era como vivir un sueño ya que eso quería para el productor de mi provincia, vivir tranquilo de lo que produce, diversificando, con luz eléctrica y agua potable. El problema con este matrimonio es que eran una excepción, ellos lograron salir adelante porque tienen otra cultura en la sangre y porque su tierra está un poco más cerca de la zona urbana. Ellos progresan porque aceptan la ayuda de los técnicos, se instruyen y aprovechan al máximo cada recurso que disponen, abonando la huerta con los desperdicios de los chanchos y gallinas, realizando un buen silaje para las vacas lecheras. ¿No te parece increíble? ¿No te parece inspirador? ¿No te parece que debería haber más casos como este?
El productor jamás tendrá un domingo y lo único que lo detiene es un casamiento o un velorio. Tratar a los animales es cosa de todos los días, incluso mientras algunos hacen una pausa a fin de año para festejar el productor sigue trabajando. Nuestras chacras nos necesitan, porque nuestras chacras solo piensan que diversificar es invertir en turismo. Nuestras chacras deben volver a ser el camino, porque toda esa gente que dejó su juventud al sol sobre estás tierras coloradas jamás deben ser olvidadas. Defendé al productor, él es el recurso más valioso que jamás tuvimos.
Daniel Orloff.