domingo, 14 de enero de 2024

Mi Madre Murió en el Hospital SAMIC de Oberá y Nadie me Avisó Hasta Dos Días Después

Mi madre se llamaba Rosa Orloff (67), tenía una afección respiratoria y cardíaca, el sábado 23 de diciembre del 2023 ingresó de urgencia al SAMIC de Oberá derivada del Hospital de Dos de Mayo. Desde entonces estuvo intubada y sedada en un coma inducido en la terapia intensiva. La última vez que la vi estaba consciente o semi consiente, pero seguía intubada y se retorcía de dolor, algo poco común en estos casos. Una de las doctoras que la atendía, la doctora María de los Ángeles Alfaro (M05381) dijo que le habían bajado el nivel de sedación y de oxigenación para ver cómo evolucionaba. Otra doctora, que creo es la que firmó el primer certificado de defunción, me aseguró que estaba mucho mejor y que me iba a mantener al tanto. A pesar de lo que vi me alegré porque esas eran las primeras buenas noticias en días.

SAMIC de Oberá

Poco tiempo después de la última visita, el martes 9 de enero, fui al hospital a visitar nuevamente a mi madre y a finalizar unos trámites que me habían pedido para el Instituto de Previsión Social (IPS). Al llegar, me dijeron que los papeles ya estaban listos ya que el auditor los había retirado y que solo debía buscarlos. Salí del hospital y tomé un colectivo al centro. En el camino, una fuerte tormenta comenzó a caer. Al llegar a las oficinas del IPS, la delegada que me atendió me dijo que los papeles que tenía correspondían a los días que mi madre estuvo en terapia intensiva, y que desde el 7 de enero no había novedades, de hecho se podía apreciar varias prórrogas de internación escritas con birome. Me extrañó mucho, porque durante la última llamada telefónica la doctora me había dicho que mi madre estaba en terapia intermedia y que pronto la pasarían a una sala común. Pensé que quizás se trataba de un error o de un retraso en la actualización de los datos.

Cuando volví al hospital, el área administrativa estaba cerrada. Las encargadas me habían dicho que si al volver no estaban deslizara los papeles por debajo de la puerta, cosa que hice. Me dirigí al personal de seguridad y les pregunté por mi madre. Me dijo que no tenía registro de nadie con ese nombre en ese sector y que fuera a consultar a urgencias. Allí, el recepcionista me pidió que me sentara y que esperara a que un médico me atendiera. Pasó casi una hora hasta que me hicieron entrar en un consultorio.

El médico me pidió que le comentara qué era lo último que sabía del estado de salud de mi madre. Le comenté que hace poco había hablado telefónicamente con la doctora y que su evolución era aún más favorable, al punto de casi pasarla a una sala común. El médico me miró con extrañeza y me dijo que mi madre había fallecido el domingo 7 de enero a las 5:15 por un paro cardiorrespiratorio. Me quedé helado. No podía creer lo que me estaba diciendo. Le pregunté por qué nadie me había avisado y me dijo que habían intentado comunicarse conmigo pero que nadie contestó el teléfono. Le dije que eso era imposible, que yo tenía comunicación constante con la doctora y que incluso había dejado un número alternativo por emergencia. El médico me dijo que no sabía nada de eso y que solo le habían encargado que me informara de la muerte de mi madre.

Audio donde me informaban del avance en el estado de salud de mi madre:

 

Me sentí indignado y dolido. No podía entender cómo era posible que nadie me hubiera avisado de la muerte de mi madre y que yo, por ir de visita, me enteré de esa forma. Podían haber llamado al hospital que la derivó, incluso a la policía para contactarme pero nada, me parecía una falta de respeto y de humanidad. Le pedí al médico que me explicara qué había pasado con mi madre, cómo había empeorado su estado, nuevamente me dijo que no conocía los detalles pero que, en lo inmediato, tenía que ir a la morgue para reconocer el cuerpo y, posteriormente, darme el certificado de defunción.

Una vez que llegó el servicio de sepelio comenzó la otra etapa de mi indignación. Subimos el cuerpo al vehículo y fuimos al Registro de las Personas, luego de saber dónde se habían mudado y esperado más de 40 minutos porque "no había sistema" descubrimos que el certificado de defunción tenía un error. La doctora Rosa Haydee del Valle (M00798) al momento de completar el documento escribió que el fallecimiento fue el 7 de enero del 2023. Volvimos a la morgue del hospital y le señalamos el error, al no encontrar a la doctora que redactó el certificado original otro médico, Héctor Javier Zurakoski (M04786), tuvo que hacer un nuevo certificado de defunción. Increíblemente el segundo certificado de defunción también estaba mal, decía que el momento del fallecimiento fue ese día, el 9 de enero del 2024. Volvimos a reclamar y el médico tuvo que hacer un tercer certificado de defunción. Esta vez, por fin, estaba bien. Decía que el momento del fallecimiento fue el 7 de enero del 2024.

Uno de los certificados mal redactados que tengo en mi poder

El servicio de sepelio ya tenía todo, mi preocupación era los papeles en el Registro de las Personas porque, pasado un plazo máximo de 48 horas, había que solicitar los trámites de defunción ante un juez, pero como estábamos en feria administrativa decidieron hacer más laxo el trámite sin que interviniera la justicia. Finalmente, y tras muchas idas y vueltas, pude velar y darle cristiana sepultura a mi madre.

Me duele mucho relatar esta crónica, pero creo que es necesario que la conozcan para evitar que algo así vuelva a ocurrir. A mi parecer, todo lo que pasamos fue vergonzoso, poco ético y lamentable. Nada justifica el no notificar un deceso, nada justifica hacer mal un documento como un certificado de defunción. Podría iniciar acciones legales, pero sería inútil. La condición de salud de mi madre era reservada, el primer médico que la atendió me dijo que le quedaba poco tiempo, fue sincero y directo, como debe ser un doctor. No sé por qué me dijeron posteriormente que su condición había mejorado cuando jamás salió de terapia intensiva. No sé si realmente falleció el día que dicen que falleció. Tengo muchas dudas y sospechas, pero no soy médico por lo que me reservo las cosas que vi al momento de reconocer el cuerpo, quizás falleció antes de lo que figura en el certificado de defunción, no lo sé. Lo que sí espero es una explicación oficial de lo ocurrido por parte de la directora del hospital, Miriam Ramonda, médica pediatra quien no pude encontrar en el padrón de médicos habilitados en Misiones y quien en todo este tiempo ni siquiera se tomó la molestia de llamarme en persona para tratar de compensar el daño que me hicieron. 

Con esto no busco descalificar la atención del SAMIC de Oberá, sé que hay muchos profesionales que se entregan por completo cada día para salvar vidas. Pero también sé que hay irregularidades y negligencias que deben ser denunciadas y corregidas. Por eso, les pido que compartan esta publicación y que exijan justicia por mi madre y por todos los que sufren por la mala gestión de la salud pública.


Daniel Orloff, director de San Vicente Informa.