El Soberbio sigue dando que hablar. Ayer publicábamos sobre una nueva revista en la zona que trabaja de manera independiente y que su distribución es gratuita. En el día de hoy la directora de ATP Valentina Lovell, se acerca al Concejo Deliberante para entregar como siempre una copia de la edición. Entre risas y miradas le dice la concejal Rosa Fachinello: "muy bueno, ya vas a tener tu recompensa". Ella no lo tomó como una amenaza pero se podría interpretar como tal. Lo más curioso es lo que dice el Presidente del Concejo, Juan Carlos "Yair" Pereira: "vamos a sacar una ordenanza para que no salga más a la calle esta revista". ¿Una ordenanza? Esperemos que todo quede en una anécdota y no llegue a mayores aunque a decir verdad todo puede pasar en esta localidad, y una de las pocas cosas que les queda es censurar la libertad de expresión.
En la madrugada de hoy se produjo un voraz incendio que destruyó por completo la casa de Carlos Cardozo un hombre de 38 años que vivía solo en el Barrio Tripa del Km 1261. Cardozo se quedó sin nada, apenas pudo salvar su colchón. El incendio comenzó a las 1:30. Los bomberos llegaron rápido pero poco se pudo hacer ya que la casa era de madera y en minutos fue consumida por las llamas. Según versiones extra oficiales el incendio podría ser intencional aunque esto está en etapa de investigación.
En el día de hoy inspectores de la SAGPyA (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación) realizaron una visita a la "Cooperativa Tabacalera de San Vicente Limitada".
Según comentó el presidente de la COTAVI, Julián Dos Santos “este tipo de visitas son muy buenas ya que transparenta nuestro trabajo y nos permite trabajar en conjunto con ellos así como lo venimos haciendo con el Ministerio del Agro y con el Director de Tabaco (Roberto) Rockembach”. Además aclaro que la inspección no fue sorpresa porque ellos fueron avisados vía telefónica hace 15 días atrás por parte de la propia SAPGyA.
En esta ocasión no se limitaron únicamente a la observación del predio de la cooperativa sino que también fueron a las colonias a entrevistar a algunos productores asociados para que cuenten sus experiencias y principalmente para ver cómo se llevan adelante los trabajos en sus chacras.
Si uno se dejara llevar por los curtidos rostros de los
habitantes de los parajes Polvorín y Santa Rosa, cerca de la localidad
misionera de San Pedro, podría asegurar que el tornado que hace un año los
arrasó es parte del pasado. Pero la sola mención del tema hace aflorar los
temores y la angustia con la que viven cada vez que el cielo se cubre de
nubarrones o el viento comienza a soplar.
Todos los afectados podrían decir que hoy viven en una casa
más cómoda y segura, tienen agua potable y sus hijos asisten a una escuela con
la que jamás habían soñado. Pero todo eso no alcanza para olvidar los minutos
de terror causados por las ráfagas de viento de hasta 200 kilómetros por hora
que se llevaron sueños, hijos, abuelos, hermanos y dejaron a su paso desolación
y dolor. Once muertos, más de 40 heridos, un centenar de casas y dos escuelas
destruidas fue el saldo del tornado que también golpeó en Brasil, donde se
cobró cuatro vidas.
A un año de la tragedia, las casas fueron reconstruidas en
su totalidad y se levantaron dos escuelas con playones deportivos y paredes
dobles, capaces de resistir vientos similares a los que se registraron en la
noche del 7 de septiembre pasado. El centro de salud se destaca al costado del camino,
junto a la capilla, pero sólo abre sus puertas dos veces al mes, cuando llega
el médico.
Los vecinos cuentan, resignados, que los psicólogos enviados
por el Gobierno desaparecieron apenas se apagaron las cámaras de televisión .
“Ahora, cada tanto, vienen dos que pertenecen a la fundación Pérez Companc. Nos
están dando las herramientas para manejar la situación con los chicos”, cuenta
el director de la escuela de El Polvorín, Daniel Ruiz. La escuela logró
recuperar a la totalidad de sus alumnos, e incluso sumó a algunos más este año:
“La gente quiere que sus hijos vengan, que lleguen por lo menos a quinto año de
la secundaria. Para los chicos es casi un recreo porque saben que si se quedan
en casa deben ayudar en las tareas rurales”.
Sobre las secuelas del trágico temporal, el docente relata
que “apenas comienza a llover fuerte, los más chicos suelen llorar y se asustan
mucho. Para darles seguridad y contenerlos, los juntamos todos en el aula uno”.