En 1998, el grupo ETC (entonces llamado RAFI) denunció la existencia de patentes sobre una tecnología que llamó
Terminator.
Se trata de una tecnología transgénica para hacer semillas de maíz suicidas: se plantan, dan fruto, pero la segunda generación se vuelve estéril. Esto es para obligar a los agricultores a volver a comprar semillas en cada estación.
Fue desarrollada por la empresa Delta & Pine (ahora propiedad de Monsanto) con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Monsanto no es la única: cinco de las seis trasnacionales que controlan las semillas transgénicas plantadas a nivel mundial tienen patentes tipo Terminator.
Syngenta es la que tiene mayor número de ellas.
Las empresas que desarrollaron esta aberrante tecnología la llamaron "
Sistema de Protección de la Tecnología", porque es para promover dependencia e impedir que se usen semillas sin pagarles regalías por patentes.
En sus primeros folletos de propaganda, aseguraban también que es para que "
los agricultores del tercer mundo dejen de usar sus semillas obsoletas". En ese momento, mostraban claramente sus intenciones:
terminar con las semillas campesinas y el irritante hecho de que la mayoría de los agricultores del mundo (campesinos, indígenas, agricultores familiares)
usan sus propias semillas en lugar de comprárselas a ellas.
No obstante, las trasnacionales siguen atacando y disfrazan sus razones, vías y representantes. Ahora afirman que Terminator es para la "
bioseguridad", una falsedad.
En Brasil, a la propuesta de los latifundistas se sumó la del diputado Cándido Vaccarezza del partido gobernante (PT), para eliminar la prohibición de Terminator. La propuesta de Vaccarezza fue redactada por una abogada que trabaja para Monsanto,
según denunció con pruebas fehacientes el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil en diciembre 2010. La propia abogada tuvo que reconocerlo. La propuesta está actualmente en discusión en una comisión del Congreso, creada especialmente para agilizar su discusión.
Los movimientos y organizaciones están alertas.
En junio 2011, en la 10ª. Jornada de Agroecología de la Vía Campesina, en Paraná, Brasil, los más de 4000 participantes de todo el país, expresaron su rechazo a estas propuestas. Una semana después, se presentaron y rechazaron estos intentos de legalizar Terminator, en las reuniones internacionales de preparación de los movimientos sociales y sociedad civil hacia la conferencia mundial Río+20, en Río de Janeiro, con cientos de delegados participantes.
Brasil presidirá el próximo año la Río+20, una conferencia mundial de ONU que debe revisar los compromisos ambientales, a 20 años de la Cumbre de la Tierra en 1992. Además, Graziano de Silva, que viene del gobierno brasilero, acaba de asumir la dirección de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO).
Lo menos que puede hacer Brasil para ser responsable con ambos cargos, es
mantener la prohibición contra Terminator a nivel nacional e internacional, por ser una de las mayores amenazas a la soberanía alimentaria y a la biodiversidad. Cualquier otra cosa, sería un suicidio.
Silvia Ribeiro
investigadora del grupo ETC
La Jornada
Fuente: www.jornada.unam.mx