Alrededor de una quinta parte de la humanidad bebe agua
extraída del subsuelo, y los cultivos de muchas partes del mundo también
dependen de ella.
El agua subterránea es menos propensa a contaminarse, y es la
única disponible en muchas zonas secas donde el agua de la superficie se
evapora con rapidez.
El agua se acumula en los acuíferos sólo después de filtrarse lentamente a
través de la arena y las grietas en las rocas, lo que puede tardar miles de años
en algunas áreas. Para gestionar este recurso de manera eficaz,
se necesita
saber la rapidez con la que el agua se renueva. Conocer con
la máxima precisión
posible las provisiones de agua en los acuíferos es fundamental para poder
regular el abastecimiento y evitar situaciones inesperadas de escasez.
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Foto: ANL |
Sin embargo, como las áreas que alimentan a los acuíferos se pueden extender
por miles de kilómetros cuadrados, y las condiciones en cualquier punto de esas
áreas los afectan, ha sido demasiado difícil, hasta ahora, obtener un modelo
preciso de todo el sistema.
Disponer de buenos modelos permitiría predecir la disponibilidad de agua a raíz
de cambios en la vegetación, el terreno, las lluvias, las sequías o los
monzones.
Lo que los científicos necesitaban para mejorar sus modelos, y ahora parece que
van a tener, era la forma de calcular la "edad" del agua, o cuánto
tiempo ésta ha pasado bajo tierra.
Cuando el agua permanece durante un tiempo en la superficie, recoge trazas de
los isótopos que están presentes en el aire de forma natural. Uno de ellos es
el
kriptón-81, que se desintegra muy despacio. La nueva técnica desarrollada
para calcular la edad del agua es similar a la datación por radiocarbono que se
le practica a los fósiles: Conociendo la velocidad de desintegración del
kriptón-81, y midiendo la cantidad de átomos de
kriptón-81 que quedan en el
agua, se puede calcular cuánto tiempo ha pasado desde que el líquido estuvo en
la superficie.
Desde 1960, los científicos han tenido la esperanza de poder utilizar
algún día el kriptón-81 para las dataciones. Sin embargo, como el
isótopo es extremadamente raro en la atmósfera, los investigadores
necesitaban una técnica capaz de medir cantidades muy pequeñas de estos
átomos.
La captura de átomos mediante láser y el posterior enfriamiento de estos, ha resultado ser la solución.
El resultado del trabajo de modificación es un aparato capaz de generar imágenes de los átomos.
Si
la nueva técnica tiene éxito en las pruebas que se están realizando con
ella, podría utilizarse para mapear los acuíferos, y las aguas
subterráneas en general, en todo el mundo.
Fuente: Noticiasdelaciencia.com