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Horacio Tamis |
El crimen del remisero Edelmiro Tamis (67)
continúa inmerso
en las profundas aguas del misterio. No hay un móvil, un sospechoso o siquierael arma homicida. Nada está claro y las palabras de Horacio (30), uno de sus
hijos, toman fuerza cada vez que lo repite. “
Tengo miedo de que la muerte de mi
papá quede impune”, dice, a tres meses de un hecho plagado de preguntas, pero
todavía sin respuestas.
“No hay detenidos, nada concreto, es difícil de seguir. Aparte de todo, también
por la seguridad de nuestra familia, yo tengo que salir y cuidarme la espalda”,
reflexiona Horacio.
Edelmiro, su papá, fue hallado muerto a las 6.30 del sábado7 de enero de 2012 en la banquina oeste de la ruta nacional 14, unos tres
kilómetros al sur de San Vicente. Estaba a unos quince metros de su remís, un
Peugeot 504. Tenía un disparo en el pecho, un corte en una muñeca y un golpe en
la parte posterior del cráneo.
El remisero estaba desaparecido desde el día anterior, cuando alrededor de las
20 dejó a su pareja en un supermercado céntrico sobre la avenida Libertador y
se fue a hacer un viaje. No volvió nunca más.
Esa noche, Horacio apenas pudo dormir. Cuando despertó, se enteró de la muerte
de su padre de la peor manera. “Me fui a cargar combustible y un amigo me dijo
que habían encontrado a un ‘tipo’ con un tiro, al costado de la ruta”, recuerda
en medio del dolor. Enseguida fue hasta la escena y descubrió con pavor la
verdad. Entró en estado de shock y los policías tuvieron que reducirlo para que
no cometa una locura.
Ahora, mucho más calmado pero con la misma bronca, asegura que la familia
“tiene un vacío enorme” por todo lo que pasó, y descree de un simple hecho
delictivo: “las hipótesis principales indican que lo mandaron a matar o que a
unos ladrones se les fue la mano. Yo descarto el robo, porque mi viejo no iba a
llevar a nadie sospechoso con la experiencia que tenía. Además, tengo algunas
sospechas”.
Aunque prefiere no brindar más detalles, Horacio se refiere a algunos problemas
que su padre habría tenido con determinadas personas de su círculo cercano en
los últimos tiempos. Sin embargo, no hay pruebas y, sin elementos de
contundencia, se trata sólo de sospechas.
Además de que colaboró y colabora con los efectivos policiales que investigan
el caso, Tamis es consciente de que la ausencia de testigos fue un “plomo” que
hundió la causa en el misterio. “Yo estoy casi seguro que hay gente que vio
quién se subió al auto de mi viejo en la noche anterior, pero no se animan a
hablar, quizá por miedo. Ya lo pedí acá y lo vuelvo a pedir, que si alguien vio
algo que me avise, que venga y me cuente, tenemos que terminar con ese miedo,
porque hoy me pasó a mí pero mañana le puede tocar a alguien más”, lanza
Horacio, que la noche en que su padre desapareció también estaba en el centro
de San Vicente, que “estaba repleto”.
Con el dolor y la incertidumbre a cuestas por una muerte que no tiene
respuestas, Horacio no se quedó de brazos cruzados. El crimen de su padre lo
llevó a elaborar un proyecto de seguridad ciudadana para San Vicente, que ya
presentó ante las autoridades del municipio. “Hice una investigación y espero
que se pueda aplicar y sirva para prevenir este tipo de hechos. Hoy me pasó a
mí, pero mañana le puede pasar a cualquiera”, repite una vez más.