Déficit
de personal médico y de enfermeras, falta de insumos y dificultades
organizativas caracterizan al hospital Samic de nuestra localidad.
Paradójicamente, en octubre, en el acto por el 26º aniversario del nosocomio,
el anuncio del Gobierno provincial había sido de elevar el nivel de complejidad
de II a III. Para ello se están ejecutando ampliaciones que alcanzan los 4.800
metros cuadrados.
No
obstante, el nivel de atención que reza el cartel “Nivel II” está muy lejos de
la realidad toda vez que no se puede atender la demanda de consultas porque
faltan médicos, no se cuenta con insumos y además hay solo dos enfermeras por
turno. Y pese a que el discurso oficial busca posicionarlo como un centro de
referencia para la zona, las urgencias deben ser derivadas a Oberá o Eldorado.
“Es un
hospital Nivel II, pero actualmente funciona como sala de primeros auxilios”,
describió una especialista afectada al sector de Extracciones. La
disconformidad con la administración del nosocomio, que hace tres años está a
cargo de Liz Cáceres, es generalizada y algunos integrantes del personal (que
por temor a represalias prefirieron que no trascendieran sus identidades),
dicen que todo ha llegado a un “límite” y es “insoportable”.
La
mayoría de los médicos que cumplía funciones en el hospital son del programa
Médicos Comunitarios. Esto implica que debían atender en los CAPS y en el
Centro de Integración Comunitaria (CIC). No obstante, Cáceres les hacía
trabajar en el hospital atendiendo en consultorio y guardia, hasta que una
orden de autoridades de la Nación obligó a estos profesionales a pasar al CIC
junto con los promotores.
Desde
entonces, y a pesar de que las interconsultas médicas lo requieren, Cáceres ha
cortado el diálogo con las autoridades del CIC, con lo cual, desde allí no
pueden solicitar derivaciones ni internación, ya que la directora del hospital
se niega a recibirlas.
Deudas
con los trabajadores
Si bien
hay médicos en planta del hospital, muchos trabajan como monotributista y
durante varios meses dejaron de percibir la remuneración, por lo que se negaron
a atender en la guardia. Por tal motivo, hasta la misma directora se vio
obligada a cubrir cinco guardias seguidas porque no tenía quien lo haga. Ahora las
guardias están medianamente regularizadas y hay profesionales para cubrirlas,
aunque muchas veces deben trabajar 48 horas seguidas, con la lógica depresión
en la calidad de atención que ello implica.
Las
quejas también apuntan a cómo se distribuye el dinero del Plan Nacer (Plan
Sumar). De las
remesas enviadas por Nación, el 50% se debe destinar a mantenimiento del
hospital y la otra parte al pago a médicos, enfermeras y promotoras que
intervienen en el mismo. No obstante, señalaron que “el año pasado vinieron 600
mil pesos y los promotores no vieron la suma de dinero que les correspondía”.
Insumos
que se vencen
Los malos
procedimientos administrativos afectan también a los insumos. Como ejemplo, los
empleados comentaron lo que ocurrió con los test rápidos de VIH que envía
periódicamente Salud Pública.
“Hemos
pasado estos últimos meses sin este test, que sabíamos que lo habían enviado
pero la caja no aparecía. Incluso en una ocasión se lo necesitó de urgencia
para analizar la sangre de un enfermero que se había accidentado”, indicaron.
Hace unos días -“mágicamente”, señalaron- la caja apareció, pero los test
estaban vencidos.
Para la
administración de los informes e historias clínicas también faltan impresoras y
fotocopiadoras.
Cupo para
extracciones
Actualmente
hay dos bioquímicos en el laboratorio. Uno con ocupación completa y otra con
ocupación parcial. Esta última se encuentra de licencia por Semana Santa.
Dado que
no hay personal administrativo en el sector, la orden es que se hagan
extracciones solamente a las personas internadas.
“Hoy (por
el martes) tuvimos que decirle que no podíamos hacer extracciones a varias
personas que vinieron y muchas son de zonas alejadas, de las colonias o de El
Soberbio, y se tienen que volver a su casa sin posibilidad de que les hagamos
el análisis”, relataron desde el laboratorio.
Déficit
de enfermeros
Entre la
población de enfermeros, mayoritariamente mujeres, hay unas cuatro que no
pueden realizar las tareas normalmente, ya que tienen problemas de columna, fueron
operadas o deben utilizar corsets.
Hay solo
dos por turno y deben ocuparse de las alrededor de veinte camas de internación,
participar en las cirugías y, cuando se las requiere, en Emergencia. “No dan
abasto, y el trabajo termina siendo agotador”, definió un trabajador.
Al
desgaste físico habitual se le suma que en el hospital no hay camilleros. Por
consiguiente, los policías, bomberos o bien familiares de los pacientes deben
colaborar con los enfermeros para pasarlos del vehículo a la camilla.
Fuente: Primeraedicionweb.com.ar